El privilegio de representar a Islandia como cónsul honoraria
En un abrir y cerrar de ojos, han pasado cinco años desde que participé en mi primera conferencia consular, en Reikiavik, como representante de Islandia para Ecuador. En esta novena edición y mi segunda participación, me he sentido particularmente contenta de pertenecer a este grupo selecto. Ser cónsul honoraria es, en efecto, un honor para quienes tenemos este cargo y compromiso de ser la mejor imagen de una nación en nuestro país de origen. En los discursos que se dieron durante la conferencia, los diferentes funcionarios islandeses nos agradecieron por nuestra labor, resaltando que gracias a nosotros su servicio es verdaderamente internacional, con más de 200 cónsules honorarios alrededor del mundo. Para un lugar tan pequeño como Islandia, con menos de 400 mil habitantes, tener representación en 90 países es muy positivo.
La conferencia se desarrolla durante dos días, donde el primero es propiamente la jornada de trabajo que consiste en varias presentaciones sobre el servicio consular, se discuten casos de estudio y se comparten diferentes perspectivas sobre nuestro rol. El segundo día siempre destaca por la visita a Bessastaðir, la residencia del presidente, donde nos tomamos la foto oficial que estará colgada en nuestro despacho. La presidente de Islandia, Halla Tómasdóttir, es una mujer de negocios que ahora está enfocada en promover la igualad de género y la sostenibilidad como un aporte de Islandia hacia el mundo. Por su lado, la ministra de relaciones exteriores, Þórdís Gylfadóttir, tiene apenas 36 años de edad y su espíritu fuerte se manifiesta en sus intervenciones apasionadas y honestas sobre temas sensibles como el cambio climático y los derechos humanos. Siempre he admirado que las mujeres islandesas son líderes sin importar su edad y en cualquier ámbito laboral o social.
En la tarde, visitamos la planta de Orka Nátturunnar que abastece de energía geotérmica y eléctrica a gran parte del país. Luego nos dirigimos al Parque Nacional Þingvellir, el sitio donde se estableció el primer parlamento islandés en el año 930, donde se encuentra el bosque de los amigos o Vinaskógur. Aquí empezó un proyecto de restauración en los 90s por iniciativa de la presidente Vigdís Finnbogadóttir, quien tuvo la idea de plantar un árbol en honor a los mandatarios que visitaran Islandia. El primer árbol se sembró por la reina Isabel II en 1990, por lo que es un placer que ahora los cónsules honorarios de Islandia tengamos nuestro lugar en este bosque. La Cancillería plantará alrededor de 215 árboles, uno por cada miembro del servicio exterior, para lo cual realizamos una siembra simbólica de tres árboles durante nuestra visita. Además, para que el evento quedará aún más impregnado en nuestra memoria, nos ofrecieron dos delicias culinarias: el pescado seco (que me encanta, con mucha mantequilla) y el tiburón fermentado. Debo decir que el último tiene un regusto muy fuerte, por lo cual entiendo perfectamente la costumbre de tomar una copita de brennivín (vodka islandés) luego de cada bocado. La recepción de cierre de la conferencia se llevó a cabo en el centro de visitantes de Þingvellir, donde un coro masculino nos despidió con canciones tradicionales y mucho entusiasmo.
Los cónsules honorarios buscamos generar relaciones bilaterales en áreas como comercio, tecnología, cultura y política pública. En el caso particular entre Ecuador e Islandia, hemos concentrado los esfuerzos en promover la cultura de ambos países. En el 2008, Ecuador realizó un festival cultural en Kópavogur, por invitación de su alcalde, que incluyó exhibiciones de arte, ciencia, danza y cine. Ese año también se firmó un acuerdo de cooperación entre los ministerios de energía para impulsar la geotermia en Ecuador, el cual lamentablemente no avanzó. Sin embargo, CELEC EP sigue buscando formas de colaboración con el consorcio energético islandés, para lo cual algunos de sus funcionarios han tomado cursos de energía renovable ofrecidos en Islandia a través del programa auspiciado por la UNESCO. Desde el 2014, hemos participado en el Festival Eurocine con películas islandesas que el público ecuatoriano ha aprendido a apreciar. Por supuesto, hay intercambio entre estudiantes de ambos países para experimentar la cultura más cercanamente, viviendo con una familia y asistiendo al colegio. Más recientemente, grupos de turistas ecuatorianos se aventuran a visitar Islandia en el invierno para ver las famosas auroras boreales.
Existen muchas oportunidades de cooperación e intercambio que espero promover en los próximos años. Por ejemplo, durante la conferencia nos hablaron de la industria farmacéutica y médica que han desarrollado productos novedosos como Kerecis, que usa la piel del bacalao para curar y cicatrizar heridas graves. La industria pesquera islandesa es sostenible y tecnificada, aunque en Ecuador no nos quedamos atrás con nuestra producción de atún y camarón. El sector energético islandés sigue siendo el más impresionante, en mi opinión, por su innovación y alcance. Además de producir energía limpia, Islandia está liderando una de las soluciones para mitigar el cambio climático con la captura y mineralización de carbono, como nos contaron en Carbfix. Islandia pretende llegar a la neutralidad de carbono y librarse de los combustibles fósiles hasta 2040. Son metas ambiciosas, sobre todo para el sector de aviación donde el desarrollo de alternativas eficientes es lento y donde Islandia no tiene influencia directa.
A través del Cuerpo Consular de Quito, al cual pertenezco y soy miembro de su directorio, representamos a nuestros países hermanos y servimos a sus ciudadanos que están de paso o que residen en Ecuador. Asimismo, procuramos crear y mejorar las relaciones que existen entre nuestros países. Por ello, es un privilegio y una gran responsabilidad ser el enlace entre Ecuador e Islandia. Celebro todo el tiempo que he estado ligada a Islandia desde que decidí cursar mis estudios universitarios en su capital hasta ahora que soy su cónsul honoraria. ¡Que vengan muchos años más de unión!