Turismo de naturaleza: un aporte a la conservación
Desde niña, los viajes han sido parte esencial de mi vida. Mi padre me llevaba con sus grupos de turistas a todos lados del Ecuador: la selva amazónica, las montañas andinas, los monumentos y museos al aire libre, y las islas encantadas, Galápagos. También tuve la suerte de visitar muchos lugares fuera del Ecuador, de los cuales destaco Kenia por su exotismo—sin duda, uno de los paseos más memorables de mi niñez—y Perú, donde siempre quiero volver.
Siempre me pareció curioso que la gente viniera desde lejos para ver nuestro país, me preguntaba qué nos hacía especiales, ¿no tienen lo mismo donde viven? Al mismo tiempo, me fascinaba la idea de que te paguen por viajar con ellos, por ser su guía y traductor. Aunque aún no tenía claro el concepto de “ganarse la vida” y de que existía algo llamado “turismo”, un sector económico donde trabajaban mis padres, sabía que me gustaba. Qué divertido poder ir con frecuencia a mis lugares favoritos como el Cuyabeno y el Cotopaxi con un grupo de extranjeros que aprecian cada detalle que les cuentas. Ver y escuchar sus expresiones de asombro, alegría y emoción promovieron mi sentimiento de orgullo y pertenencia. Parafraseando a mi padre, “Ecuador es un paraíso que la gente viene a conocer, o donde quieren aprovechar su jubilación, y yo tengo la suerte de ya vivir aquí”.
El turismo y la conservación son una pareja interesante. Encontrar un balance entre aprovechamiento y protección es complejo, porque cada sitio tiene sus particularidades. En muchos lugares, el turismo masivo es un problema que afecta a residentes y visitantes, mientras que en otros su bajo nivel hace difícil mantenerlo como una alternativa económica viable. Bien manejado, el turismo de naturaleza en las zonas rurales trae beneficios tales como empleo local (directo y indirecto), concientización ambiental y apreciación cultural, ya que el patrimonio cultural está estrechamente enlazado con el entorno natural. Por ejemplo, en la cosmovisión Kichwa amazónica, las plantas medicinales y los espíritus de los animales le ayudan al shamán a curar las “malas energías” de sus pacientes. La comunicación del shamán con el bosque requiere que este último esté “vivo” y saludable.
Cuando descubrí a la Fundación Jocotoco y su red de reservas naturales, en el 2018, me llevé la grata sorpresa de que contaban con un operador turístico propio, Jocotours. Qué acertado, pensé, que esta amplia red privada de áreas protegidas esté abierta al público y además tenga una filial que se encargue del turismo. Una ventaja adicional es que tienen hoteles en cinco de sus reservas—Buenaventura, Tapichalaca, Canandé, Copalinga y Jorupe—una cadena de pequeños albergues con todos los servicios necesarios para una estancia cómoda y placentera. La mayoría de las reservas se encuentran en zonas rurales remotas, por lo que la opción de hospedaje en el mismo sitio es muy conveniente. Los guardaparques hacen las veces de guías locales en los senderos y el equipo de atención turística, casi en su totalidad constituido por mujeres, se encarga del servicio en coordinación con la matriz en Quito. Aunque el aviturismo es la oferta más conocida, especialmente para los visitantes extranjeros, las reservas son un destino perfecto para cualquier persona que guste de la naturaleza. Tras la pandemia, los turistas nacionales también se han aventurado a realizar visitas por el día, aunque algunos ya han optado por ir a las más alejadas donde pueden permanecer varios días.
La reserva Canandé, en particular, se ha desarrollado para diferentes públicos, desde ávidos pajareros y amantes del bosque hasta científicos e investigadores. El Chocó Lodge es el área principal para turistas, mientras que el Chocó Lab cuenta con un laboratorio y dormitorios para los investigadores. Desde octubre 2021, la unidad de investigación Reassembly, conformada por varias universidades alemanas y ecuatorianas, ha residido en Canandé para realizar estudios sobre la regeneración del bosque y sus redes de interacciones. Su trabajo ha sido crucial para resaltar la biodiversidad del bosque del Chocó, pero también para poner a Canandé en el mapa como un destino para turismo educativo y científico. Estas experiencias son un ganar-ganar, ya que, por un lado, obtenemos datos importantes sobre el bosque y, por otro, generamos un vínculo con la naturaleza que incentiva su protección. Asimismo, gracias a este proyecto, que contempla la colaboración con fincas vecinas para establecer parcelas de estudio, surgió el agroturismo. Uno de los agricultores que ofrecía almuerzos a los investigadores que pasaban el día en su terreno ahora brinda una experiencia de turismo vivencial, mostrando a los visitantes la vida del campo y sus cultivos como el cacao y los cítricos. Esta oportunidad de diversificar sus ingresos, no reemplazarlos, es muy positivo para la población rural.
Habitualmente, los turistas que visitan las reservas se vuelven embajadores de la conservación porque han visto de primera mano cómo la naturaleza se recupera y se mantiene. Incluso, muchos de ellos se convierten en donantes. El turismo es una de las formas más simples de aportar a la conservación, principalmente en Jocotoco, porque los ingresos que percibe Jocotours se reinvierten en los proyectos de la fundación. Próximamente, la reserva Los Petreles en Galápagos contará con un área de camping y las instalaciones necesarias para recibir a voluntarios, científicos y estudiantes, fomentando la educación ambiental, la investigación y la conservación.
El acceso a las áreas protegidas es un derecho que debemos reclamar en beneficio de nuestro bienestar integral. Ecuador posee una biodiversidad impresionante que nos brinda agua limpia, aire puro y tierra fértil, además de paisajes hermosos que nos invitan a descansar y disfrutar. La conexión con la naturaleza es indispensable para la salud mental y física. Por supuesto, también es importante respetar el derecho intrínseco de la naturaleza a preservarse pura y saludable, por lo cual es necesario que haya zonas de conservación estricta, sin presencia humana, salvo para fines de investigación.
Aunque suene trillado, proteger la naturaleza para las generaciones futuras es una gran responsabilidad compartida que tenemos como raza humana. Quiero que mis ahijados y sus hijos tengan la oportunidad de ver un oso de anteojos, un cóndor o un mono aullador, que puedan nadar en un río o cascada, que puedan subir a un glaciar o columpiarse de un ceibo gigante. Para sentir esa responsabilidad, debes conocer la naturaleza, porque cuando la conoces, la aprecias y la cuidas. ¡Visita las áreas naturales del Ecuador y haz que tu nuevo destino sea la conservación!
Establecida en el 2011, Jocotours es el brazo comercial de la Fundación Jocotoco. Gestiona las visitas a la red de reservas Jocotoco, maneja una cadena de cinco hoteles (Umbrellabird Lodge, Chocó Lodge, Copalinga Lodge, Urraca Lodge y Casa Simpson) y opera tours en las cuatro regiones del Ecuador. La utilidad de la empresa se reinvierte en los proyectos y necesidades de la fundación, apoyando a su sostenibilidad financiera. Para mayor información, comunícate al +593 99 244 0038 / info@jocotoursecuador.com.