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Un feriado en los bosques seco y nublado del sur de Loja: Jorupe y Utuana – Julieta Muñoz
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Julieta Muñoz / Travel stories  / Un feriado en los bosques seco y nublado del sur de Loja: Jorupe y Utuana
13 Aug

Un feriado en los bosques seco y nublado del sur de Loja: Jorupe y Utuana

Apenas unos kilómetros de la ciudad de Macará y de la frontera con Perú se ubica la reserva Jorupe, establecida en 2004 por la Fundación Jocotoco. Protege 1.800 hectáreas de bosque seco tumbesino, un ecosistema fascinante que está amenazado por la deforestación debido al avance de la frontera agrícola. Hace casi 20 años se restauró parte del pastizal plantando especies nativas como Fernán Sánchez (Triplaris cumingiana), cedro (Cedrela odorata) y guayacán (Tabebuia chrysantha), entre otros. En medio de la gran extensión de bosque se alzan cientos de ceibos gigantes (Ceiba trichistandra) cuyas copas sobresalen del resto de vegetación y cuyos troncos son formidables. Los ceibos se tuercen de maneras inesperadas, como si fueran troles que acechan el bosque. Definitivamente estos árboles imponentes son la característica que más me enamora de esta reserva.

El jefe de guardaparques, Leonires Cabrera, oriundo de Piñas y radicado hace casi dos décadas en Macará, es un guía espectacular. Su experiencia y conocimiento de años en el campo de acción se evidencian durante los recorridos por los senderos. Además de tener un estado físico envidiable, es un gran comunicador de la conservación y poseedor de innumerables anécdotas. Por ejemplo, me comentó sobre sus encuentros con la fauna silvestre, incluyendo pumas, ocelotes y yaguarundis. Conoce muy bien a las aves del sector, incluyendo los nombres en inglés y español, y también las identifica por sus cantos. En dos horas de caminata suave contamos al menos 20 especies de aves, sin mayor esfuerzo, mientras hablábamos del bosque, del trabajo en Jocotoco y de la vida en general. Me mostró varias especies de plantas, me explicó cómo la reserva ha ido creciendo y me comentó que la relación con los vecinos es buena, aunque tiempo atrás hubo problemas con cacería de sahinos y con invasión de ganado. Actualmente, Jorupe es bella y tranquila, el único sonido fuerte viene de las aves. Las chachalacas cabecirrufas (Ortalis erythroptera) dan un espectáculo ruidoso en la mañana, sobre todo a la hora del desayuno cuando Leonires pone bananas y maíz para las aves. Estaba entretenida viendo a las urracas, palomas y ardillas acercarse al comedero cuando de repente se oyó un estruendo desde dentro del bosque. Apareció un grupo de chachalacas armando berrinche con su canto, exaltado por las pisadas sobre las hojas secas. En menos de cinco minutos acabaron con todas las bananas y se retiraron con el mismo estrépito.

Cabe resaltar que mi visita no coincide con la época de avistamiento de aves, que es entre octubre y marzo. Aún así, he podido ver la urraca coliblanca (Cyanocorax mystacalis)—que da el nombre al hotel de esta reserva, Urraca Lodge—el tinamú cejiblanco (Crypturellus transfasciatus), el gavilán sabanero (Buteogallus meridionalis), el perico caretirrojo (Psittacara erythrogenys), el momoto gritón (Momotus subrufescens) y la gralaria de Watkins (Grallaria watkinsi), entre otras especies, dando un total de 49 especies en mi lista de aves en tres días. Leonires mencionó que en la temporada correcta se pueden ver fácilmente entre 50 y 60 especies de aves en una sola salida. Pienso que mi modesta lista es muy buena, considerando además que la segunda tarde simplemente estuvimos sentados frente a una poza de agua y vimos unas 15 especies o más. Yo no soy aficionada de las aves como los visitantes que suelen venir a Jorupe, pero de todos modos disfruté mucho de sentarme a verlas. El tiempo transcurre sin que uno se percate, siendo una actividad perfecta para relajarse dentro del bosque mientras el sol brilla pero no quema porque los árboles te protegen y la brisa te refresca. En particular, fue un verdadero lujo haber tenido más de mil hectáreas de bosque a mi entera disposición durante un feriado nacional mientras la gente probablemente se peleaba por espacio en la playa.

He aprendido que “jorupe” es un árbol nativo que la gente utilizaba como sustituto del detergente. Cortaban la corteza, la hervían y con esa agua lavaban la ropa, formando mucha espuma. Hay pocos jorupes dentro de la reserva y en esta ocasión solo pude observar uno que se plantó al lado del comedor hace más de 10 años. Los ceibos, en cambio, son abundantes en la parte baja de la reserva, cargados de muchos frutos en esta época. Antiguamente la gente usaba el algodón del ceibo para hacer colchones y almohadas, un material hipoalergénico que podría ser muy cotizado, pero el mercado ha desaparecido, al igual que el algodón de la balsa que tenía la misma aplicación. Es curioso ver cómo la gente ha cambiado el uso del bosque, reemplazándolo por cultivos y pastizales que tienen mayor demanda, pero que dañan el ecosistema. Por ejemplo, es evidente que la temperatura en las áreas boscosas es más baja que en las fincas o poblados. Además, el bosque protege las fuentes de agua en la parte alta, brindando un servicio esencial para toda la comunidad.

A una hora de Jorupe se encuentra la reserva Utuana, creada en 1999 gracias a la donación de la familia de Hanne Bloch, una bióloga danesa que trabajaba por la conservación a través de la investigación y que lamentablemente sufrió un accidente a temprana edad. En su honor el bosque lleva su nombre, un bosque nublado a 2.600 msnm y 62 hectáreas de extensión que se asemeja a Yanacocha, cerca de Quito. Los visitantes van al jardín de colibríes para ver algunas especies en particular, tales como el frentiestrella arcoiris (Coeligena iris) y el solángel gorjipúrpura (Heliangelus viola). En los senderos se pueden apreciar árboles altos forrados por musgos y bromelias, incluyendo el majestuoso pumamaqui (Oreopanax ecuadorensis) que hace años estuvo en peligro de extinción porque lo usaban para la construcción de casas. Mi lista de aves en Utuana orgullosamente llegó a 22 especies, de las cuales destaco a la cotinga crestirroja (Ampelion rubrocristatus). Pasar una mañana en esta reserva es estupendo, ya sea en camino hacia Loja o como visita por el día desde Macará.

Si bien el viaje a Jorupe y Utuana es largo desde Quito, no hay duda de que volveré. Volar a Loja hace una gran diferencia, porque luego son tres horas en carretera, en transporte público o privado, hasta Macará. Venir fuera de temporada de aves ha sido una buena experiencia, no solo porque he visto más aves de las que esperaba, sino porque ha sido una paz y armonía inigualables. La conexión con el bosque ha sido especial. Un retiro de yoga o meditación sería fantástico. ¡Anímense a venir al sur del Ecuador para descubrir estos bosques maravillosos!

Vista en el pueblo de Utuana

Urraca Lodge en la reserva Jorupe es uno de los cinco hoteles que opera Jocotours, el brazo comercial de la Fundación Jocotoco. Cuenta con seis cabañas dobles con baño privado, un amplio comedor y balcón, un escondite para ver aves y varios senderos para explorar el bosque. El servicio personalizado y la cálida atención del personal garantizan una estancia placentera. La ganancia de Jocotours se reinvierte en los proyectos de la fundación, aportando a su sostenibilidad financiera y fomentando la conservación. Aprovecho el 25to aniversario de la Fundación Jocotoco para comunicar y celebrar su trabajo y contar mi experiencia como miembro de su equipo desde el 2021.

Julieta