El tororoí impulsa el aviturismo y la conservación en Cundinamarca
La Reserva Natural Refugio del Tororoí tiene 200 hectáreas de bosque alto andino, cuya especie emblema es el tororoí de Cundinamarca (Grallaria kaestneri), un ave endémica y en peligro (EN) que fue descubierta en 1989 y descrita oficialmente en 1992 por el ornitólogo estadounidense Peter Kaestner. Ubicada en Guayabetal, Cundinamarca, la reserva es manejada por la Fundación Camaná y apoyada por la familia Herrera. El sitio ofrece alojamiento, alimentación y guianza por los senderos de la propiedad. La familia ha diversificado su actividad económica con el aviturismo y la nueva generación participa activamente. El Sendero La Herrería es un negocio turístico cuyo atractivo principal es el escondite para ver a la gralaria o tororoí (nombre local). Tuvimos la fortuna de ver dos individuos que, al igual que nuestros Panchitos en Tapichalaca, responden al llamado cariñoso de uno de sus cuidadores: “¡venga Señorita, venga!”. Las Señoritas y los Panchitos seguramente se harían buenos amigos, compartiendo un festín de gusanitos.



La historia de esta gralaria y su papel en promover la conservación es similar a la del jocotoco. El ejemplo más lindo es Shaira Nicole, una niña de 10 años que reconoce a las aves por su canto, algo que me parece mucho más difícil que la observación directa. Shaira ha aprendido los nombres en inglés y castellano y además tiene una facilidad de palabra para explicar, en ambos idiomas, los atractivos de la reserva y su importancia ecológica. Yo me uní al grupo que co-lideraba Shaira con Nathalia Otero, directora de la Fundación Camaná, por uno de los senderos que se adentran al bosque. Fue un recorrido muy entretenido, particularmente por la interpretación ambiental de Shaira. Nos contó sobre las especies de orquídeas, mamíferos, insectos, aves y reptiles de la reserva, ayudándose con los paneles informativos de la casa principal. En la caminata paraba para escuchar los cantos y enseguida proponía un nombre, que lo corroboraba con Nathalia. Su hermano Yersson es el guía local de la reserva y Shaira ya está siguiendo sus pasos, mostrando sus conocimientos y su pasión por la naturaleza. Me recordó a Naiara, la hija de nuestro administrador en Ayampe, Byron Delgado, quien hace años apoya en el monitoreo de tortugas marinas y otras actividades de conservación en su comunidad. Los niños siguen el buen (o mal) ejemplo de los adultos, especialmente de sus padres. Shaira y Naiara se convertirán en colegas de la conservación.



Fue muy inspirador ver cómo los jóvenes se están involucrando en la protección de la naturaleza desde temprano, gracias al compromiso de sus padres y el soporte de los profesionales de la conservación. Esta visita fue parte de la reunión de socios del programa LARSI, organizada por American Bird Conservancy y March Conservation Fund. Durante sus 10 años de existencia, LARSI ha apoyado a sus socios en Latinoamérica a mejorar el manejo de sus áreas protegidas. Celebramos una década de éxitos de conservación en Bogotá junto a varias organizaciones que trabajan diariamente para proteger el patrimonio natural del planeta.