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Chakana es un páramo lleno de vida – Julieta Muñoz
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Julieta Muñoz / Travel stories  / Chakana es un páramo lleno de vida
16 Jan

Chakana es un páramo lleno de vida

El páramo es un ecosistema maravilloso que a veces es subestimado porque se ve “vacío”, cubierto mayormente de pajonal y arbustos que simulan una alfombra extensa y uniforme. Hace décadas se quiso “reforestar” el páramo con pino y eucalipto y también se introdujo ganado, secando los humedales, para que se convirtiera en tierra “productiva”. Afortunadamente, ahora sabemos que el páramo es la esponja que almacena el agua que consumimos y que captura grandes cantidades de carbono, siendo esencial en la regulación del clima. En la actualidad, varias iniciativas públicas y privadas restauran y protegen el páramo, salvaguardando la increíble flora y fauna silvestre y los importantes servicios ecosistémicos.

Paisaje de la Reserva Chakana con el Volcán Sincholagua de fondo

La Reserva Chakana, ubicada en la parroquia de Pintag, en las afueras de Quito, colinda con el Parque Nacional Antisana. Con una extensión de 5.000 hectáreas, alberga a animales emblemáticos como el cóndor andino, el tapir de montaña, el oso andino y el puma. Pertenece a la Fundación Jocotoco* y es donde vi por primera vez un oso de anteojos en el páramo (de niña observé uno en el bosque nublado) en el 2016. A raíz de este encuentro, quedé más enamorada de este ecosistema—ya lo estaba desde pequeña por los paseos familiares y lo reforcé cuando empecé en el montañismo. La achupalla es una de las comidas favoritas del oso, a la cual deshojan como a una alcachofa para llegar a su corazón dulce. A lo largo del paisaje se pueden ver varias achupallas devoradas, evidencia de que el oso pasó por ahí. Gracias a las cámaras trampa y a los monitoreos regulares que realizan los guardaparques, se han registrado a 12 individuos en la reserva, siendo algunos residentes permanentes a quienes incluso les han puesto nombre. Las marcas en sus rostros, sus anteojos, son como huellas digitales que permiten identificarlos.

Mamá osa y su cría © Adela Espinosa

Los cóndores nunca me han fallado durante mis visitas, al menos asoman dos o tres, y cuando estamos de suerte pueden ser más de diez. Una vez vimos un grupo de juveniles rondando a un caballo muerto, en otra ocasión dos adultos bajaron al pasto para investigar al ternero enfermo. También he visto a los padres cuidar de su cría, una oportunidad única en la que son fácilmente visibles por varios meses hasta que el polluelo pueda volar. Desde el Mirador del Isco se aprecia su espléndido vuelo temprano en la mañana o al final de la tarde. En Chakana habitan al menos 40 cóndores que representan casi la tercera parte de la población nacional, estimada en apenas 150 individuos.

Buscando cóndores en los peñascos

Luego de ver varias fotos y vídeos de pumas en las cámaras trampa de la reserva, soñaba con verlos en vivo. Ese día llegó más pronto de lo esperado, en el 2023, cuando acompañaba a unos visitantes daneses en una caminata. Primero vimos a la cría (o juvenil) que no dudó en salir corriendo, quizás asustada por nuestras exclamaciones de emoción. Unos minutos después, apareció la mamá (eso asumimos), nos miró fijamente por un momento y se alejó despacio, volteando a vernos varias veces mientras agarraba su camino. Siempre pensé que sería más probable ver un puma en la selva, donde he viajado muchas veces, pero la vida me dio esta enorme sorpresa. La reserva cuenta con una población saludable de venados de cola blanca que seguramente mantiene bien alimentados a los pumas.

Registro de pumas en las cámaras trampa © Fundación Jocotoco

La experiencia más reciente fue observar un oso (juvenil) tratando de cazar un venado. Una escena digna de National Geographic, algo verdaderamente impresionante para empezar bien el 2024. En algún punto hubo contacto porque se oían los gritos del venado, un eco amplificado, pero por la conmoción—y la falta del ojo de águila de los guardaparques—no podía encontrarlo con los binoculares. Unos minutos después pude presenciar la persecución con ojos y oídos: el venado saltando por la paja y el oso lanzándose hacia él lo más rápido posible. El venado resultó ser más ágil y veloz y logró escapar, al menos mientras estuvimos ahí, tal vez no fue tan afortunado al final.

Chakana me ha dado varios espectáculos que solo se ven una vez en la vida, sin cámaras, solo fotos mentales—memorias únicas que perduran en el tiempo.

Cuidemos el páramo, cuidemos la naturaleza, porque de ella depende nuestra supervivencia.

Caminata por la reserva en un día soleado

*La Fundación de Conservación Jocotoco nació en 1998 gracias al descubrimiento, un año antes, de la gralaria jocotoco (Grallaria ridgelyi), un ave endémica del sur del Ecuador. Oficialmente inició sus actividades en 1999, por lo que este año cumple 25 años de trayectoria. En el marco de su aniversario, hago un homenaje a la gran biodiversidad que protege alrededor del país a través de su red privada de reservas, que abarca más de 36.000 hectáreas. Próximamente compartiré más historias sobre su trabajo y mi experiencia siendo parte de su equipo desde el 2021.

Julieta