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Jocotoco: el símbolo de la conservación – Julieta Muñoz
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20 Nov

Jocotoco: el símbolo de la conservación

En junio del 2018, tuve la oportunidad de visitar la Reserva Tapichalaca, ubicada en la provincia de Zamora Chinchipe, al sur del Ecuador, con el objetivo de encontrar un ave en específico. En este sitio, hace 23 años, un 20 de noviembre de 1997, un grupo de científicos descubrió una nueva especie de gralaria (antpitta). Siguiendo el canto particular del ave, cuyo sonido onomatopéyico es “jocotoco”, lograron dar con ella y de inmediato supieron que se trataba de una nueva especie. En honor a su principal descubridor, el ornitólogo estadounidense Robert Ridgely, el nombre científico de la antpitta jocotoco es Grallaria ridgelyi. Desde entonces, esta ave endémica se ha convertido en un símbolo de conservación no sólo en el Ecuador sino a nivel mundial, especialmente entre los círculos de ornitólogos y pajareros obstinados. En 1998, Ridgely y otros miembros crearon la Fundación de Conservación Jocotoco y se formó la primera reserva para proteger a esta ave emblema.

Viajé en compañía de varios pajareros, quienes tomaban su vocación muy en serio, mientras que yo apenas me iniciaba en el aviturismo. Aunque yo no declinaría una comida por ir a buscar un ave, me presenté puntualmente para la salida y estaba lista con mi cámara y teléfono (¡para las selfies!). La expectativa había crecido durante el trayecto desde la ciudad de Loja, nuestro punto de encuentro, hasta la reserva, por lo que estaba emocionada de que finalmente había llegado el día de conocer al jocotoco. No pasaron más de 20 minutos cuando apareció en su lugar habitual, obedeciendo al llamado de su cuidador, un guardaparque que religiosamente va a visitarlo y alimentarlo todas las mañanas. Al cabo de unos minutos, llegó otro individuo—quizás eran macho y hembra. Pasamos embelesados con esta pareja por más de una hora. En ese momento, saltarme el almuerzo no parecía una idea descabellada. Por un instante, ¡me sentí como una vedadera pajarera! Sin embargo, había mucho más por explorar en la reserva, así que tuvimos que despedirnos de los jocotocos.

Antpitta jocotoco / Grallaria ridgelyi.

La Reserva Tapichalaca está ubicada entre los poblados de Valladolid y Palanda y comprende un área de 3500 hectáreas con un rango altitudinal entre 1800 a 3400 msnm. Su diversidad biológica incluye flora como los romerillos (podocarpus), liana bomarea (que se creía extinta), orquídeas y más de 130 plantas endémicas. Entre la fauna destacan especies como pumas, osos andinos, tapires y cusumbos (coatis) que migran a través de la reserva, además de varias especies de colibríes y tangaras.

Paisaje en camino a Tapichalaca.

La reserva cuenta con un cómodo hotel, la Casa Simpson, que funciona como el centro para el avistamiento de aves y otras actividades como la visita al complejo arqueológico Santa Ana – La Florida de la cultura Mayo Chinchipe, donde se encontró el vestigio más antiguo del cacao en el mundo (3300 a.C.). Por supuesto, Tapichalaca es el mejor lugar para observar al jocotoco. No es necesario ser ornitólogo para disfrutar de esta actividad, basta con ser un pajajero principiante que tenga afición por la naturaleza para que esta experiencia sea agradable y memorable.

colibríes
Bebedero de colibríes en Casa Simpson.

Si bien el jocotoco es una ave paraguas, es decir, gracias a ella se protegen otras especies que viven en el mismo hábitat y que son consideradas menos importantes o incluso menos bonitas, el trabajo de conservación se ha expandido con éxito en el país. En la actualidad, hay 16 reservas que son propiedad de la Fundación Jocotoco, donde se combina el trabajo netamente científico con el ecoturismo, el desarrollo de economías circulares y la educación ambiental. Este tipo de proyecto se volverá cada vez más relevante en los próximos años con el avance del cambio climático, el incremento poblacional y la necesidad de crear un mundo más sostenible.

Julieta